(República Dominicana y Haití )
En más de una forma,
con algunas de ellas de contundencia y valor físico, tiene que seguirse
diciendo y haciendo ver que una cosa es Haití y otra la República
Dominicana, dos naciones signadas a convivir superando las
contradicciones y guerras de los comienzos de sus historias.
Delimitar ambos territorios
bordeándolos sin las rudezas de murallas a vida o muerte como la que separó a
Berlín un tiempo, vendrá a tener, además de razonable restricción a los cruces
migratorios y de diversos tráficos, la consecuencia de fijar puntos específicos
para que ambos países se comuniquen por vía terrestre.
Una salvaguardia para que la
forma en que ambos Estados y poblaciones se complementan pueda
crecer con hechos benéficos sin excesos, irregularidades e ilegalidades que a
ninguno conviene.
Haití es un mercado de
primera magnitud para la República fundada con heroicidades y batallas que
hicieron nacer esa frontera llamada a permanecer como una realidad tanto
material como moral.
Es hora de sumar la verja
iniciada a las manifestaciones de amor patrio que no pueden ser vistas como
hostiles al vecino ni contraria a las aspiraciones de nexos de recíprocas
conveniencias. Ella, la verja, no impide continuar en el empeño de lograr que
la llegada de inmigrantes desde cualquier lugar responda a la racionalidad y al
interés nacional en esta parte de la isla Hispaniola, excepcionalmente
preocupada por la circunstancial ingobernabilidad al otro lado.
Fuente: Periódico Hoy
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